domingo, 16 de enero de 2011

Más mudanzas

Terminando con la mudanza de Topita, una pensaría que la calma está pronta a llegar, pero no es así. Como toda película de terror que se precie, tiene una secuela. Ahora me toca mudarme a mí.
No encuentro casa, mi mamá no es práctica y se desespera y cuando encontramos un lugar vacila tanto que al final otra persona lo alquila.
Por las dudas, yo ya compré muchas cajas, de esas archiveros que se usan en las oficinas y ya puse ahí mis libros y papeles, y tiré muchísimas cosas que me empeñaba en guardar pero que no son más que lastre de una vida pasada, de alguien que ya no soy.
No sé por qué, pero no me apego a los lugares físicos. Cuando dejé la casa que habité durante 27 años no sufrí en lo más mínimo, y ahora tampoco me da pena dejar esta otra casa. No he viajado demasiado, pero cuando lo hago, es como si me mimetizara con el nuevo lugar en cuanto comienzo a recorrerlo y me encuentro como si hubiera estado allí siglos y siglos.
Eso sí, las mudanzas le quitan el romanticismo hasta al más pintado, polvo por todas partes, desorden, arreglar y pintar paredes y puertas...
En fin, quizás más tarde las musas vuelvan con la lluvia que parece que está a punto de caer.

1 comentario:

Anónimo dijo...

uf, paciencia niña...mucha paciencia y ánimo.