lunes, 4 de julio de 2011

Regresos

Es complicado volver a escribir cuando el yo se encuentra totalmente absorbido por el millar de pequeñeces cotidianas y cuando esas pequeñas cosas se encastran de manera tal que forman una coraza que impide un verdadero contacto con la realidad. Una coraza que parece ya una costra, como una olla con el fondo quemado por un guiso mal cuidado.("Si se trata de muchos restos quemados, podemos mezclar lavandina (lejía, cloro) con agua, y también hacerla hervir unos minutos, teniendo cuidado de no respirar el vapor que se desprende. Luego, volvemos a lavar delicadamente la olla, para evitar rasparla y empeorar el mal.")
El problema es que soy alérgica a la lejía. Y la verdad, no me gusta rasquetear ollas...
La vida diaria y sus minucias terminan por anestesiar la piel si una no está alerta. Y ultimamente no me ha funcionado el sistema de alarma.
El mundo es un lugar odioso para gente sensible. ¿Por qué no tener mi propia burbuja? Mi edén personal, mi rincón aislado en la cima de una montaña... No es egocentrismo, es autopreservación. Y no pretendas entrar a mi espacio con prepotencias, con desamor, con envidias. Porque te daré la espalda, sin vacilar.
Pido disculpas por el tono de este regreso, ya pintaré con mejores colores.

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