sábado, 3 de julio de 2010

Lejos

Lejos.
Lejos de mí.
Lejos de tal manera que siento que desvarío y dudo de la existencia de todo.
¿Existe esta mano que tantas y tan pocas veces la ha acariciado?
Atardecer de sábado, y nada es real. Ni siquiera es real que sea sábado. Ni que yo sea yo misma, probablemente sea otra. Y cuando ella vuelva, será otra también. El aire está lleno de humedad en un verano desfasado a comienzos del invierno. El invierno tampoco es. Y los sonidos del afuera se amplifican en cada minúscula gota de agua, tanto que aturden y las campanadas de la iglesia improvisan en mí un Quasimodo, queriendo gritar su nombre hasta llegar a la ignorancia de la locura.
Pero cuando nos encontremos, este amor seguirá intacto, y en su abrazo encontraré, en lo cambiante, aquello que permanece inalterable.

3 comentarios:

Rosalía Navarro dijo...

Ese amor es muy grande y la distancia lo engrandece más aún si cabe.
Un beso Saudade.

Anónimo dijo...

Hay amiga, que nostálgica estamos...oye, Argentina ha casita en el mundial. ¿Qué ha pasado? Por eso tu tristeza...un besote Saudade.

Saudade dijo...

Jajaja!!! Te aseguro que no hay cosa que me importe menos que lo del mundial. A ver que cosa se usará ahora como tapadera de los problemas que tenemos.
Un besote a las dos =)