domingo, 18 de abril de 2010

Chega de saudade (basta de "saudade", añoranza, nostalgia)

Domingo otra vez, inexorable. Marcados en rojo en el calendario, apiladitos unos sobre otros los números a los que este mes les ha caído en suerte (o en desgracia) hacer el papel de domingo.
No me gustan los domingos. Desde niña los veía llegar con temor, con recelo. Mi padre (se merece un post o varios aparte que quizás algún día escriba, por ahora solo basta decir que es para mí persona no grata) solía cargar a la familia en alguno de sus autos destartalados y llevarnos al centro de la ciudad (ciudad chica donde vivo) y quedarnos sentados dentro mirando a la gente pasar. Alguna que otra vez era ir a las afueras de la ciudad, por la ruta, parar en alguna parte a la orilla, y caminar entre los eucaliptus. Estas actividades, sumadas a mi melancolía congénita, hacían explosión y me generaban ese no se qué que aún hoy me molesta, especialmente los domingos.
Tengo mis bálsamos, las cosas que me rescatan de la pesadumbre, mi música especialmente, mi mujer... Cuando pienso en ella, el tedio dominical se transforma en un sentimiento de "saudade" extrema, pero visto los dolores del amor como si fueran la mejor seda de China. El sufrimiento del amor por el amor mismo es inevitable, y las cicatrices de las heridas las condecoraciones más valiosas a las que se puede aspirar, siendo humanos. Porque no es sino en el amor y para el amor que existimos, lo demás es ilusión.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me has dejado sin palabras...amiga.
Un abrazo.

Saudade dijo...

No Norma! No te quedes sin palabras! Que me gusta leerte también ;)